Sonrisa nueva

Un día te levantas, te tomas el café y tus tostadas y cric cric, un empaste se pone a bailar al ritmo de los 40 principales. Fenomenal, salgo a la calle y a la luz del día corriendo el peligro de quedarme cuñaaaaooo en público.

Sábado. No tengo nada mejor que hacer que ir al dentista, ese profesional de bata blanca y sonrisa perfecta que te acojona proporcionalmente al dinero que te hace gastar. El sufrimiento mejor pagado que puede encontrar en el globo terráqueo.

Con el sadomasoquismo como gorra cumplimento el cuestionario. Curioso ¿tiene usted miedo al dentista? Estamos de coña o qué? estoy más acojonada que ante un altar. Ironías de la vida, y si respondo que sí, que tengo miedo? La anestesia será total? me quedaré esperando al principe azul que me bese y me despierte?

Por lo menos tengo el Lecturas que me informa: Leticia sonríe a los rumores anuncia la portada. Hija de la gran hiena, con esos dientes perfectos ya puedes sonreir ya... Señorita pase por favor...

El ruido, ese sonido metálico, ese chirrido de máquina cortadora de jamón york que, dentro de mi boca abierta, y no por sorpresa, lima y lima el hueco de mi empaste caido en combate. Han sido los 45 minutos más largos, más estresantes y más desagradables de mi pobre existencia. Pase por caja y no beba (comorr?) tiene el labio superior más dormido que el de Aznar, la cara llena de mis propias babas que se han deslizado con toda falta de glamour y sin que yo pueda hacer nada por evitar esa situación tan bochornosa. Ni siquiera puedo aguantar un piti... Para que os hagáis una idea:



Pase por caja, el sufrimiento no siempre es gratuito. Eso si, yo tengo sonrisa nueva, en cuanto pueda sonreir... this is real life.