jueves, 22 de septiembre de 2011

Todos los días sale el sol (chipirón)

Si my friends, una se va de viaje espiritual a las montañas con Pedro, Heidi y el abuelo (blanquita murió al horno el invierno pasado, siento comunicarlo) y se olvida de sus seguidores. Permitidme que lo escriba en mayúsculas: VAYA DRAMA. Por suerte, todos los días sale el sol... especialmente por la noche, gintonics en mano.



Es lo que tiene el mundo rural, te asilvestra. Un día te levantas y tu vestuario pasa del vintage moderna de pueblo al chandal Belén Esteban. Claro, en el pueblo hay que estar cómoda, como si la ciudad fuera para sufrir en silencio como una almorrana. En el pueblo, una no ve por allí esos shorts que se llevan ahora y que te cortan la circulación de las femorales. Una no se pone las blusas de su abuela con gafas de Lady Gaga para ir a comprar el pan. No amigos, en el pueblo una se deja ir hasta que sus piernas se vuelven tan peludas que se te confunde con el oso (por cierto, si un día os lo encontráis no saltéis por ningún barranco, la ostia puede ser santa).

Volver a la ciudad tras tres meses rurales es más duro que el pan (¿o el pan era bueno? le preguntaré a Bertin). Sí amig@s, había olvidado a los pseudo-hyppies de Gracia, con sus perros, su bici brompton y su mac. No recordaba lo que era pasear por el centro entre hordas de turistas low cost, chonis Bershka style (¿como harán para aguantar esos tupés? ¿cómo puedes entrar a comprar allí con ese musicote sin pedirte un cubata?), maris de mercería (responsables del agujero de la capa de ozono que se creó en los 80 debido al uso indiscriminado de laca) y niñatos robacarteras que te quieren vender la puta rana esa que te pones en la boca y hace un ruido más insoportable que una vaca en brazos. Sí amig@s, el charme del Raval está en las 300 tiendas de móviles, robados y falsos, regentadas por Apus paquis. El caliu de Gracia lo encuentras a partir del tercer vermú de Cal Tano. Las pijas de Sarrià colapsan la ronda al salir del gimnasio. Del Eixample no digo nada, es para parejas estables que se plantean procrear o para locas que viven en el cuadrado mágico.

La pregunta es, ¿cómo se hace para sobrevivir en el pueblo tres meses sin perder ni el norte? Fácil:
1. Por la tarde bebe vino blanco, por la noche gintonic. No pidas pepino o recibirás una groseria como respuesta.
2. Busca amigas modernas de pueblo como tú y ahogad las penas juntas. No pidas pepino o recibirás una groseria como respuesta.
3. Ocupa tu tiempo con quehaceres artesanales para impresionar a los de ciudad: una tía que hace mermeladas y quesos cuando vuelve a la urbe es la queen.
4. Busca fauna de ciudad en el campo: tener amig@s gays es inn aquí y en Pekín. Eso si, medita bien el color de tu vestuario: el verde triunfa entre la bollería fina, de la primera a la última rebanada.

Lo malo es que todo se acaba y una tiene que volver con su mac, su twitter, su blog, sus gafas way farer, sus noches en Apolo 2, su Primavera Club, sus blusas y bolsos vintage, su vermú de los domingos y toda la cool people que se encuentre en las fiestas VIP only

En fin, por suerte, siempre nos quedará el pueblo, digo París.