martes, 25 de octubre de 2011

De la integridad a la integración



Resulta que la (mi) Duquesa se ha casado y se la critica por sacarse los taconazos y enseñar sus pies de Gollum (o Smeagol) llenos de tiritas. Orgullosos de Andalucía en la camiseta fué patriótico, o tanto o más patético que la duquesa por bulerías.

Resulta que ciudadan@s de 950 ciudades en el mundo se manifestaron el mismo día (#15O) para pedir que las cosas se hagan de forma diferente. Merkel y Sarkozy siguen dando créditos al yogur griego y Europa se hunde a lo Titanic, pero sin buenorro de turno a lo Di Caprio.

Resulta que el PP amenaza con mayoría absoluta y el 45,4% de los catalanes diría hoy SI a la independencia. Las mismas encuestas afirman que las parejas estables solo practican sexo (uy perdón, hacen el amor) una vez por semana. Que ETA diga que abandona la lucha armada es la mejor noticía en territorio nacional de las últimas décadas.

Resulta que si tienes buenos amigos y un carnet que no sea el del TR3SC te dan un trabajo. Unas buenas rodilleras y un zumito de piña para hacer bajar tu integridad ayudan a hacer pasar el trago y ganar la quiniela del trabajo nuevo cuando todo el mundo lo pierde.

Una vez más los medios hablan del Levante, líder de primera, y hacen que lloremos a Simoncelli cuando nunca habíamos visto una carrera de motoGP entera. Claro, Gerard Quintana le habla en castellano a sus hijos (quizá por eso Catalunya quiere ser independiente), aquí teneis a vuestro ídolo nacional, entre Blanes y Cadaqués debe estar Getafe.

Ironías de la vida, no eres ni lo que comes ni lo que escribes ni lo que aparentas: eres lo que los demás creen que eres. El que no habla es el tímido misterioso que enamora. El que tuitea es el que mata por subir un peldaño en la escalinata del éxito sopinstant. El que hace la llamada exacta en el momento oportuno gana el apartamento en Torrevieja, Alicante. Las redes sociales son esa trampa que pesca hasta a los pezqueñines.

¿El resto? Gritamos en las plazas que conservamos la integridad con los dedos cruzados para que algún padrin@ nos integre en el sistema, nos enchufe y le dé al botoncito del on. Proclamamos nuestros principios esperando al principe azul forrado hasta las cejas que nos saque del ano-nimato y nos de no un minuto, una vida de gloria. 

No os escandaliceis. Total, de la integridad a la integración nos separan 5 minutos (y con la luz apagada son todos iguales).