2 de cada 3 ilusos que juraron y perjuraron dejar de fumar como propósito estrella de año nuevo han recaído. Yo en cambio estoy en mi vigésimo tercer intento. Aceptemos nuestras limitaciones y no nos engañemos, ni a nosotros mismos ni al prójimo. Lo dice la Biblia: no mentirás (o era no matarás?). Anyway, la aceptación es la base de todo perdón. Y es que puestos a prometer, por qué la gente no asegura cosas factibles? misterios de la ciencia... Yo en cambio, escarmentada con los desengaños que mi débil voluntad ante todo y ante nada prometí ver más a los amigos, cosa fácil si los demás quieren, seguir con el susodicho blog, y aquí me tenéis, y viajar a Beirut y Damasco, y mi amiga la viticultora de la Terra Alta a la que poco visita a pesar de tener un vino que no sube a la cabeza sino al corazón, y yo ya tenemos fechas.
Hay quién se toma los viajes improvisando: ni plan, ni hotel, ni me compro la guía del país, estoy en casa de colegas de colegas de colegas y lo que único que me interesa es, dependiendo de la época del año, el esquí o la playa, la noche y los aperitivos y los chulazos/gatitas que se me crucen en el camino. Para éstos conocer gente haciendo poca cosa o estar con amigos lejanos horas y horas ante una birra es lo principal.
Hay quién planifica hasta el último detalle, y su colección de guías de viaje parece la biblioteca alejandrina. El tercer día iré al baño, el cuarto me cobrarán 4000 nosequé por una coca-cola. El quinto me levantaré a las 5 de la mañana para pillar un furgo que me lleve a pillar un avión que me lleve a pillar un barco que me lleve a pillar un camello que me lleve a tomar por culo para contemplar el atardecer. Para éstos la acumulación de cosas visitadas es su síndrome de Diógenes particular.
Hay quién planifica lo justo: cuando voy y dónde duermo. Dónde vaya, visite o me lleve el destino en ese período corto de tiempo será culpa del instinto, del dinero o de los sabios consejos de algún vendedor de mercado, por ese orden.
Hay quién tiene que irse lejos, sino no viaja, cuando el Mediterráneo que acaricia nuestros orígenes y nuestros dedos de los pies ofrece mucho y más siempre que te alejes prudentemente de las hordas de alemanes, italianos, ingleses y, sobretodo, franceses, que invaden algunas zonas.
Hay quién no le gusta viajar y prefiere ir al pueblo, ver un partido del Barça y tomarse una Estrella en compañía de su nuevo sobrino, el decimocuarto pero no más monótono de todos. Coger un avión es un suplicio que se pasa por amor y con altas dosis de valiums. No todos estamos preparados para tal sacrificio.
Y es que para gustos no hay nada escrito, o si, cada vez escribo más sobre gustos sin llegar a ninguna conclusión... Bueno, sólo una: si todas las bolas del sorteo de Navidad fueran iguales nadie ganaría el gordo. Éste dejaría de serlo por tener que infinitamente repartirse entre todos (los ganadores).
Muchos viajan mucho y no ven nada. Tomaos el tiempo de mirar y, sobretodo, intentar entender otras culturas, no sólo sus bosques y monumentos top ten.
Todo es un drama potencial. Lunes, despertador, ducha fría, se acaba la leche, la moto en el taller, ensardinada en metro, los periódicos cuentan lo de ayer, quien contamina no paga, miles de atentados visuales, bares caros, políticos que coleccionan escándalos, nadie dimite, nadie protesta, pocos son solidarios, menos creen, ínfimos los que participan, enormes las listas del INEM... y yo sigo sin tener TV y me pierdo Sálvame y al Barça... Vaya drama!!!
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