Perdiendo puntos

Si pensábais que despues de hablar del fin del mundo todo había acabado seguramente tenéis la imaginación hiperactivamente desatada. Tansolo es el enésimo drama en mi vida, culpa del mes de marzo, y de las farmacéuticas.



Marzo es el mes más tonto y dramático del año. Ni frío ni calor, con los últimos coletazos del invierno, con sus alergias primaverales, con sus infinitas calçotadas, con sus terracitas que abren, con sus pistas que cierran, con su cambio de hora, con su operación bikini, con su champions y sin ella. Ya lo dice el refrán: el amor en marzo es como una gran piedra de cuarzo. Y es que el mes elegido ante notario por el gran Dios romano de la guerra nada bueno puede traer...

Sin ir más ni menos lejos, United Kingdom four points menos el viernes por la noche. Y es que amigos, en esta sociedad de riesgo cero en la que vivimos, en la que los niños juegan sobre colchonetas en los parques para no caerse y dónde la mercromina ha sido desbancada por la ultraprotección ante todo y ante nada, necesitamos una dosis de imprudencia cada X días. Algunas más dramáticas que otras. En mis últimos días se resume en 2 multas, una por la foto artística que un paparazzi fijo me hizo por correr sin necesidad y otra porque un aparatito con boquilla de plástico y sin filtro me dijo: se ha tomado usted demasiadas birras, pipipipiiiiii. Gracias señores agentes. Me lo merezco. Invierto en bonos del tesoro.

Reconocer las imprudencias es el primer paso para evitarlas, mi psicoanalista dixit. El segundo se llama Vichi catalán, ese agua carbonatada naturalmente que actua como substitutivo de la bebida dorada de cebada. Sí amigos, hace ya un mes que la idea me ronda por la cabeza y todos os empeñais en sacarmela. Tras el doctorado necesito nuevos retos. No escalaré el Everest, no cruzaré nadando a Menorca, no tendré hijos ni me compraré un piso. Mi reto es mucho más sencillo: 0,0%.

Voy a intentarlo, la nueva drama queen aparca la Estrella y se pasa al Vichi. Que el espíritu santo bailando se ponga blando y me ayude en estos momentos bajos de decisiones narcolépticas incoherentes. Adiós Homer, hola miss Daisy.