Siempre me han gustado los experimentos sociológicos caseros. Una vez entré en Sutton libretita en mano para ver lo que hacia la pseudo-jet de esta ciudad. Otro día os lo cuento. Hoy hablaremos de mi experimento del saturday night: la feria de abril, no la de Sevilla, no tengo tanto glamour yo... la de Sant Adrià, dónde lo más señorito que se ve supongo que va de la caseta de ciudadans a la de las gaviotas azules.
La linea amarilla siempre ha sido un drama. Poblenou es esa oscura frontera entre lo modernillo y lo agitanao, con una franja de tierra de nadie a modo de agujero negro. Más allá de avenida Icaria sólo nos une la noche... vaya, lo que une a la mayoría de mortales, a golpe de cubata... como buena ambientóloga que soy me dediqué a 1) hacer un test de la calidad del ambiente de varias casetas de feria; 2) hacer un inventario de fauna autóctona. Ahí van los resultados:
1. Hay más palmas que un domingo de ramos. Se arrancan por bulería y bata de cola y flor en la sien te hacen la primera, la segunda y cuantas se tercien. Si eres de Gracia ir a la feria te produce el mismo choque cultural que unas vacaciones en Vietnam. Si amigos, los que palmean también son catalanes.
2. Jamoncito y rebujito. Si el colesterol tiene que matar a algún agitanao que lo busquen en la casetas de su hermandad. Y esa mezcla? manzanilla con sprite... me recuerda al mangaroca con piña, al 43 con naranja, al martini con coca-cola o cualquier otra gilipollez que nos bebemos con 15 años. Decir que hay casetas dónde el único ron que te sirven es de un color más sospechoso que un diputado del PP...
3. Las casetas partidistas. Decía yo que todos somos catalanes, si si. Pero la caseta de las gaviotas y la de la estelada bajaron la lona pronto, falta de público... Sociatas, comunistas y C's (abrevio como con CR9 porque dan la misma rabia) se disputaban a los turistas, vaya, para los que bailar una sevillana es tanto o más complicado que para el Barça llegar a la final del Bernabeu. Yo fiché con los comus, me apetecia escuchar la versión tecno rumba de "l'estaca".
4. El atrezzo. Nada más entrar nos dirigimos a una parada de sombreros, no cordobeses, no tenemos tanta clase, lo que se llevaba era el sombrero gitano, ese que los payos sólo se ponen en Carnaval. 2 por 5 leuros, regateando con empatía. El recinto es una mezcla entre parque de atracciones de peli de telecinco, boda gitana al aire libre pañuelo incluido, miting del Montilla y Pekin express. Vaya, que lo mejor que se puede hacer es decir "hemos venido a jugar".
5. La biodiversidad. Conté varias especies en extinción, un alto número de depredadores carroñeros y mucho bailes de apareamiento. Será la primavera, o la segunda... Llegué a una sola conclusión: nunca podré tener un novio gitano, no sólo porque no soporto las cadenas con cruz, sino porque aunque compartimos recinto somos de mundos paralelos. Yo a lo Diana de V soy una lagarta invasora. Ellos, seguimos pensando en que nos van a robar hasta la cera de las orejas, esos animalicos de circo, que monos... somos todos unos mandriles!
Eso si, hay algo que nos une si nos dejamos llevar: la fiesta. Hace falta tan poco para dejar de estar cansado... vaya, un cuarto de ganas, una pizca de cachondeo, 4 amigos y un ron-cola. Irse a dormir sistemáticamente los sábados me parece una gran pérdida cultural, aunque veas más pelis y leas más libros nunca se aprende tanto como cuando estas en la calle, como las perras.
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