El caballero verde

Desmitifiquemos lo no desmitificable, es decir las tradiciones fervorosamente arraigadas en la cultura popular. ¿Quién era el valiente caballero que mató al dragón para salvar a la princesa? Pues si la ministra de igualdad leyera este post me prohibiría continuar, acusando el cuento de sexista, pero como no lo lee (espero) vamos allá con una de esas de comieron perdices al final.

Nuestro querido Sant Jordi era un guerrero romano que nació en Palestina, pero para no meterse en intifadas se convirtió al cristianismo, aunque paralelamente se tiraba a una viuda, vaya, que vivía en el pecado. Como ese no es territorio para conversos el emperador hizo lo que tocaba en esos casos: tortura y decapitación. Jordi obtiene el título de mártir y como andábamos escasos, también de santo. El primer club de fans de Jordi está en el próximo oriente, aunque no lo creáis.

Con las cruzadas, sus tablas redondas y sus reconquistas de la tierra santa, la fama del caballero Jordi llegó a Europa. Lo curioso es que los musulmanes también eran fans de Jordi, el caballero verde le llaman en el Corán. Es más, es un cuento moro el que se inventa nuestra querida leyenda del dragón y la princesa. Ricardito Corazón de León volvió a casa enamorado de Jordi. No sé si tomaba drogas o no, pero dice que Jordi se le apareció en múltiples batallas y le ayudó a ganarlas. Y como los catalanes somos europeos, nuestro rey Pere I le invocó en una batalla, la ganó y le hizo patrón de la Corona de Aragón.

La gesta del dragón en cuestión se sitúa en Líbia, pero Joan Amades decidió que las leyendas catalanas tenían que pasar en Catalunya. Montblanc fue la ciudad elegida. El resto del cuento ya lo sabéis. Comieron perdices. Lo que desconocéis es que El colega es patrón de muchas naciones: Catalunya, Aragón, Portugal, Inglaterra, Rusia, Grecia, Georgia, Bulgaria, Etiopía y hasta Djibuti (consultad el mapa si no lo tenéis claro).

Eso si, el instinto por los negocios catalán hizo del 23 de abril un día memorable: millones de rosas y miles de libros. Nosotras a dejarnos la pasta para intentar ilustrar a base de libros que no se leerán. Ellos a intentar conservarnos a base de rosas. En un país con u ministerio de igualdad debería imponerse el regalo recíproco, aunque ya se sabe, habiendo tanto capullo suelto lo lógico es tener rosas.

Salid a la Rambla, empujad a la muchedumbre, elegid un libro entre millones; no intentéis escoger, no busquéis a Tolstoi, sólo valen bestsellers. Lástima que Belén Esteban no se decida, mañana sería líder de ventas. Consuelo de pocos, mañana, por un día, la cultura es el centro. Gracias Cervantes, si la hubieras palmado el 24 de abril el negocio nunca habría llegado a Japón. 

Colorín colorado, el cuento que tienen muchos no ha acabado. Ni acabará.