sábado, 5 de diciembre de 2009

Que canten los niños

Pido perdón públicamente por el abandono premeditado pero temporal del blog. Rezaría 20 avemarías en caso de saber cómo hacerlo, pero como yo también, a pesar de ser firme candidata a cyborg, tengo mis limitciones; os tendréis que conformar con mi palabra, mejor dicho, con miletra: a Dios pongo por testigo que nunca más volvéreis a pasar hambre!



Tras unas semanas en una espiral interminable y sin salida aparente todavía no sé si el tornado me lleva hacia arriba, y seré una de esas vacas que salen volando a quilómetros de sus pastos, o hacia abajo, y la fuerza del tornado arrasará con todo lo que su ojo toque. Amigos, vivimos en un mundo que se nos escapa de las manos día tras día. No os preocupéis en exceso, no os volváis catastrofistas aunque el cambio climático exista, la crisis es una patraña de fácil solución: salgamos a emborracharnos el saturday night!

Como buena pseudo-adolescente que todavía soy me he acicalado para dirijirme al concierto de Franz Ferdinand, un tipejo al que le mola el guitarreo con base electrónica. Es curioso cómo nuestro cerebro decide si un grupo musical le gusta o no. Tengo conocidos que se han quedado en los mejores años rockeros, otros para los que el Primavera Sound es el paraiso, otros que aceleran con la sexta puesta a ritmo de hard-techno y otros para los que el punk y el hardcore es algo más que ruido. Para cada uno de ellos el resto de "música" pierde su esencia y se convierte en una mariconada para chicas adolescentes. Os quiero a todos por igual.

No es mi intención hacer apología de Bisbal, yo era de Bustamante, aquel obrero que llego a la fama como si fuera el protagonista de un telefilm americano de esos que ponen en telecinco los domingos de resaca por la tarde. No. Afirmo públicamente que la quinta estación debería perder su tren, pereza responde a la esencia de su nombre y el canto del loco canta como una almeja. Aunque para la rutinaria limpieza del sábado por la mañana los 40 principales son una opción tan legítima como el radioteletaxi de Justo Molinero.

Sobre gustos no hay nada escrito, alardea el refrán, pues falso, hay mucha literatura y hoy una entrada de blog más. Os guste lo que os guste no juzgueis a los demás cuando se emocionen bailando el "1, 2, 3, 4 you know I want you". Con un gintonic en la mano todo vale.

Disfrutad de los momentos musicales, buenos o malos son un regalo de alguna divinidad para nuestros oídos. Y sí, esto es una apología de la música, aquel arte que, de vez en cuando, hace aflorar nuestros más inocentes sentimientos y nuestros más salvajes instintos. Como dijo Perales: que canten los niños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario